Blogia

mugidor

ALGO DE MAROSA DI GIORGIO

Algo muy breve de Marosa di Giorgio, como encontrado al azar, como para dejar una mínima huella en el mirador, como un breve mugido...

Siempre salgo

Nos encontramos en el manzano. Era una noche cerrada, oscura. Me dijo: ¿Paseas?
Contesté: Siempre salgo.
El dijo: Yo, también, siempre salgo.
Pero, en ese momento, irrumpió la luna. Con todos sus tules. Y una llaga, como si hubiese sido violada dentro del traje de novia.
— ¿Qué tiene la luna?
— No sé.
A la enorme luz, se vio que yo estaba absolutamente desnuda; sólo con las trenzas múltiples, larguísimas.
El traje de él era augusto y deslumbrante.
Como el de un guerrero.
Como el de un clavel

(Publicado en Insomnia, 19 de mayo de 2000)

WILLIAM JOHNSTON

Hace cuatro años, por setiembre de 2000, en una entrevista que le realizó la publicación Insomnia, William Johnston (Montevideo, 1967) explicaba que concebía su poesía desde la intuición, desde la intimidad de una pulsión inconsciente y desde el trasfondo social de los arquetipos mitológicos. Y que lo hacía apostando al logro de una poesía sensorial, una poesía que tiene sus referentes en el misterio y lo inefable, potencias no abarcadas por la razón. Afirmaba entonces la fuerza cognoscitiva y comunicativa de lo poético: “La poesía es verdad –decía- y es para describir una realidad. Una realidad de la cual uno esta posesionado", y también una "realidad trascendente".
Por esa época comenzaba a escribir los poemas del libro "El viento detrás del bosque", que diera por culminado en el año 2003 y que obtuviera el primer premio de poesía inédita en el concurso literario nacional organizado por el MEC. De ese libro publicamos hoy tres poemas.

(las celebraciones del aire)

de azul porcelana
los céfiros

juegan con las metamorfosis de una nube
a la medida de otros reinos

estos días terrestres y sus tercas obligaciones.

(oráculo)

tienes el mar por dentro
pero sólo escucho
el presagio vencido de una sirena.

(the swimming pool)

los ojos están dispuestos en atrapar un argumento de nubes,
la cabeza de medusa en flotante camalote

tal vez la muerte sea un suceso por soñarse.

CARLOS BRANDY

Por Pablo Thiago Rocca

No puedo escribir sobre poesía, ni falta hace. Existen caminos que más vale dejarlos se caminen solos, no sea cosa que uno pierda el recuerdo de su sombra. No puedo escribir sobre verso o poema alguno, pero puedo hablar del hombre que escribe. Tiene más de ochenta años. Desde el mirador observo tranquilamente su vieja calva. Camina lento y si te aproximas cerca, muy cerca, habla. Siempre piensa antes de hablar y ese silencio envuelve las palabras como papel para regalo. Un pensamiento puede estar rodeado de silencio de colores. Por supuesto, Carlos Brandy (Montevideo, 1923) también escribe con lápiz carbón sobre papel blanco, sobre servilletas, sobre paredes, sobre muebles. Escribe poesía mientras duerme aunque apenas haya publicado una decena de libros. Comenzó con “Rey Humo” en 1948 y no ha parado desde entonces, excepto durante la dictadura, cuando guardó su voz en un placard y se exilió en otro mundo. Fue un acto de misericordia su silencio. Y de denuncia. Hace unos días fui a verlo en la presentación de su último poemario. Memoria del Océano. Alguien mencionó su amistad con Cabrerita, con Washington Barcala, con el eterno joven Humberto Megget. ¿Se acuerdan de Megget?

“Tengo ganas de risas raquel
ganas de ir al cine a ver aquella película
ganas de ver las rosas y no ver las rosas...”

Megget murió joven y para Brandy eso fue un disparo en los ojos. Pero antes de irse dejó aquel mensaje casi imposible, imposible de olvidar:

“Dile a las nueces que se partan solas”.

Es un sacramento. No puedo dejar de pensar en esas tres personas como parte indivisible y transparente de Brandy. De un mundo que no pude conocer pero que lo atraviesa y me deja perplejo ante su nueva existencia encarnada. Brandy tiene el candor y el brillo de los mejores ojos de niña del pintor loco de amor que fue Cabrerita. Y cuando pienso en el alma del viejo me la imagino como esos collages que Barcala armaba con palillos rotos, notas de almacén y retazos de tela negra. Y está, claro, ese mensaje de Megget que llega a través de su voz cascada:

“Dile a las nueces que se partan solas”.

Brandy conserva algo de cada uno de ello y de los tres juntos. Pero no en cofre sino emanado de él, como un niño que se desangra de lucidez:

“Tenía que organizar
un picnic
Llevaría corteza de pan
pollo glaseado por el viento
Manhattan Transfer
de John Dos Passos
vino Tannat
color casi azul
una radio envuelta
en servilletas amarillas
te llevaría vestida de organdí
claveles rojos en tus senos
Ah un mantel de brocato absurdo
También conchas marinas
que acercaran el mar
Buscaría un roble
o un añoso álamo
Y allí
esperaría la eternidad”

(Océano, Ediciones la Gotera, Montevideo, 2002)

Cada vez que descubro un viejo libro de Brandy en las librerías del barrio viejo, o uno nuevo en las librerías más estrafalariamente pulcras, no espero sacudirle el polvo o que se seque la tinta para gritarle desde el mirador que me lo dedique. Sé que es un acto idólatra y un poco mezquino pero él siempre concede con una risa suave y casi voluntariamente. A cada libro que le entrego las letras que usa para sus dedicatorias son más grandes. Unos garabatos atroces que amenazan comerse los bordes de la hoja. Brandy no ve bien, no puede leer en absoluto y sólo esos brutales ganchos le salvan del mutismo textual. Tal vez le dicte a alguien sus poemas. Tal vez ya vio demasiado.

“Como una cicatriz
mi rostro en el
espejo.
Aquí está todo
lo que no
comprendo:
mis ojos
que son tiempo,
mi boca que
se muere;
aquí está todo
mirándome:
misterio y
silencio,
cenizas
implacables;
frente a mí
este rostro
como un
árbol,
harto de estar
en este espejo,
harto de la raíz
que lo sostiene,
harto de estar
aquí, mirándome
ciego y
frío,
sin entender
el por qué
y el cuándo,
deseando acaso
que me vaya,
y que olvide
su sitio
y su silencio
para siempre.”

(“Quien te ve no es el que te mira”, Juan Gris, Arca, Montevideo, 1964)

No pretendo escribir sobre poesía. Escribo después. Siempre escribo después. Lo que más me gusta de todo es ese “color casi azul”. Sólo pueden verlo quienes hayan bebido un litro de Tannat y borrachos hayan vuelto a ver lo que nunca. No escribo sobre la poesía de Brandy, ni sobre Brandy. Escribo sobre una verdad que sabe vista. Escribo sobre lo que Brandy vio en un cristal que se colma, una y otra vez, de nuevas miradas.

Pablo Thiago Rocca
Salinas, 6/05/04

CRISTINA PERI ROSSI

"Un escritor tiene que ser poeta, es decir, alguien que sabe hacer sonar su lengua con todas sus inflexiones, matices y sonoridades" y "lo primero, para ser poeta, es el oído de la lengua". Ambas aserciones pertenecen a Cristina Peri Rossi.
Narradora y poeta, Cristina Peri Rossi nació en 1941, en Montevideo (Uruguay). Su obra literaria se inicia en 1963, con la publicación de su libro de cuentos "Viviendo", mientras que su primer libro de poesía, "Evohé", data de 1971. En 1972 se exilió a España y vive en Barcelona desde entonces. Ha sido profesora de literatura, traductora y periodista. Luego de ese primer libro de poesía (el único editado en Uruguay) su obra poética está jalonada por más de una decena títulos: "Descripción de un naufragio" (1974); "Diáspora" (1976); "Lingüística general" (1979); "Europa después de la lluvia" (1987); "Babel bárbara" (Premio Ciudad de Barcelona, 1991); "Otra vez Eros" (1994); "Aquella noche" (1996); "Inmovilidad de los barcos" (1997); "Poemas de amor y desamor" (1998); "Las musas inquietantes" (1999); "Estado de exilio" (2002, Premio Rafael Alberti de Poesía). Para setiembre de este año se espera la edición de un nuevo libro de poesía de la autora: "Estrategias del deseo". En esta ocasión elegimos tres poemas.

DESPUÉS

Y ahora se inicia
la pequeña vida
del sobreviviente de la catástrofe del amor:

Hola, perros pequeños,
hola, vagabundos,
hola, autobuses y transeúntes.

Soy una niña de pecho
acabo de nacer
del terrible parto del amor.

Ya no amo.

Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje.

Ya no estoy loca.

(de "Otra vez Eros", 1994)

ORACIÓN

Líbranos, Señor,
de encontrarnos
años después,
con nuestros grandes amores.

(de "Inmovilidad de los barcos", 1997)

ASÍ NACE EL FASCISMO
(La lección de guitarra, Balthus)

En el campo de concentración
de la sala de música o ergástula
la fría, impasible Profesora de guitarra
(Ama rígida y altiva)
tensa en su falda el instrumento:
mesa los cabellos
alza la falda
dirige la quinta de su mano
hacia el sexo insonoro y núbil
de la Alumna
descubierta como la tapa de un piano
Ejecuta la antigua partitura
sin pasión
sin piedad
con la fría precisión
de los roles patriarcales.

Así sueñan los hombres a las mujeres.
Así nace el fascismo.

(de "Las musas inquietantes", 1999)

ELDER SILVA

Si es cierto que en Uruguay existió algo así como "una generación de la resistencia a la dictadura", actuando en el período de 1980 a 1985, seguramente uno de los poetas más populares de esa generación debe haber sido Elder Silva. Nacido en el pueblo de Lavalleja, departamento de Salto, en el año 1955, se desempeña en la actualidad como gestor cultural, tras haber sido maestro y periodista.
La poesía de Elder Silva está dotada de una indiscutible capacidad comunicativa. Eso se pone de manifiesto cuando el autor recita su poesía, siendo en este plano una figura incuestionable. Pero además de su presencia constante en recitales y festivales poéticos, ha tenido una sostenida presencia en el plano editorial. Siete libros ubicamos entre su obra: "Líneas de fuego" (de 1982), "Cuadernos agrarios" (de 1985, Premio de Poesía de la Feria Nacional de Libros y Grabados), "Un viejo asunto con el sol" (de 1987), "Fotonovela. Canción de perdedores" (de 1998), "La cajera del Oxford y otros poemas de amor" (una antología de 1999), "Mal de ausencias" (de 2002, premiado en el Ministerio de Educación y Cultura) y el recientemente galardonado en Tenerife (España) "La frontera será como un tenue campo de manzanillas". Es de este último libro que seleccionamos un poema para mugidor.

VUELTA AL MUNDO

Canta un sabiá en Tala,
en la profundidad del espinillar
y le responde un azulito en Migues
en el huerto silencioso, en casa
del poeta Juan Carlos Macedo.
Una bandada de zorzales
voló por la mañana
y su canto nervioso se escuchó
por las orillas del Laureles
y por Parada Herrería,
sobre unos campos de trigo en Valentín.
En "El viento nos llevará"
(Bad ma ra khahad bardr" en iraní)
Abbas Kiarostami
registra el canto de una ratonera,
ese pajarito saltarín que anida en los chilcales.
Al lado de Malí, viendo la película,
comprendí que aquella ratonera
registrada por la cámara de Siah Darek,
a 700 quilómetros de Teherán,
es la misma que atería los mediodías de
mi infancia.
Es que el canto de los pájaros
da la vuelta al mundo, al sol, al sistema planetario,
como algunas veces
—pocas, muy pocas—
también le sucede a la poesía

La escritura en el espejo

La escritura en el espejo. Primer Encuentro de Literatura Uruguaya de Mujeres.
27 al 30 de noviembre 2003, Instituto Goethe - Museo Blanes.
por Sabela de Tezanos

En los últimos días de noviembre de 2003, cuatro escritoras llevamos a cabo la puesta en escena de un proyecto que nació, como idea, un par de veranos atrás. En esos días yo intentaba comenzar a escribir un artículo que se concretó tiempo después, sobre el libro Birthday Letters del poeta inglés Ted Hughes dedicado a su ex esposa, la famosa poeta suicida Sylvia Plath, a treinta años de su desaparición física.
Luego de una larga y sostenida resistencia, el autor daba a conocer su testimonio sobre los siete años de matrimonio con Plath. Al editar ese libro en 1998, aquejado por una enfermedad terminal, Hughes enfrentaba la inminencia de su propia muerte.
Sólo así, el punto de vista masculino en relación a la experiencia afectiva que la mujer de esta historia había convertido en material literario, se exhibía más allá de la franca oposición del autor al manejo de la autobiografía en la escritura.
El extraordinario legado artístico de Plath y su historia personal resplandecían finalmente desde un nuevo ángulo, en los celebrados poemas –el libro obtuvo varios reconocimientos- de su ex marido.
La lectura de ese texto renovó el interés por investigar en torno a los rasgos de género presentes o no en la expresión literaria, la posibilidad de establecer una frecuencia de los mismos en la escritura de hombres y mujeres, y al origen de las contradicciones inherentes al tema.

A partir de una conversación con Alicia Migdal, a fines de junio de 2003, ambas decidimos intentar poner en marcha el proyecto sobre nuestra literatura, la literatura uruguaya de mujeres. Poco después se incorporaron Melba Guariglia y Tatiana Oroño. Anteriormente esta idea fue compartida con las escritoras Teresa Amy y Silvia Guerra, sin que les fuera posible participar de la organización.

Entre nosotras cuatro, y sólo a través de nuestras computadoras, correo electrónico y encuentros periódicos se hizo posible el intercambio de las experiencias de cada una con la escritura, de material bibliográfico, de conocimientos e ideas, así como el diálogo sobre la producción y presencia de las escritoras uruguayas en la historia de la literatura nacional, tejiendo y creando un espacio en común para reflexionar y articular todo eso con la evolución de las últimas teorías de género.

Partimos de la base implícita de tener entre manos un delicado material de trabajo que nos involucraba enteramente, con el propósito de no dejarnos abatir, en tanto que grupo organizador, por las ineludibles dificultades y diferencias, así como por la falta de respuesta del medio, a pesar de la evidente riqueza de la propuesta.

Sabíamos que la ausencia de reflexión colectiva sobre el tema era un dato; esa realidad podía adoptar formas de cuestionamiento, cuando no convertirse en un obstáculo para llevar el plan adelante.

A medida que íbamos avanzando en la concreción de algunos objetivos fuimos informando a nuestras compañeras y compañeros nucleados en la nueva Casa de los Escritores del Uruguay, cuyo acto fundacional se llevó a cabo el 15 de junio de 2003, siendo yo miembro de la directiva provisoria hasta el mes de diciembre.

Nuestra convocatoria era abierta, pero era nuestra y para nosotras, las escritoras, incluyendo a todos aquellos consultados a quienes reconocíamos por su trabajo tanto desde la crítica literaria como desde otras disciplinas por sus investigaciones afines a la incidencia del género en la escritura.

Elaboramos una lista de primeras consultas a personas consideradas referentes en el tema, sin pretensión de exhaustividad. Los resultados superaron ampliamente nuestras expectativas.

La propuesta excedía la mera realización de un análisis de lecturas a partir de las obras de las autoras canónicas o la sola posibilidad de reunión, intercambio y conocimiento entre escritoras. Poco a poco logramos diseñar un panorama multidisciplinario cuya materialización tendría lugar durante cuatro días. Así, la exposición teórica se vería interceptada por la interacción con otras áreas artísticas: más allá de la extensa lista de participantes que se darían cita entre el Instituto Goethe y el Museo Blanes, nos acompañaron permanentemente las obras de las artistas plásticas Lacy Duarte, Marinetta Montaldo y Virginia Patrone. La elaboración del logo del Encuentro estuvo a cargo de Inés Olmedo.

En ese contexto contamos también con la presencia de actrices, principalmente con Estela Mieres, cuya labor como mima y anfitriona de nuestros invitados y del público sintetizaba a la perfección cierto espíritu lúdico que buscaba lugar junto al peso de la teoría y los debates que se ponían en movimiento. No fue menos impactante escuchar los textos de Amanda Berenguer, Circe Maia, Susana Soca e Ida Vitale en las voces de Gloria Demassi y Andrea Davidovics.

Nos era imprescindible la presencia de autoras e intérpretes de la música uruguaya, y supimos pronto de la gratitud y disponibilidad de la mayoría de las convocadas para estar con nosotras: así, día a día contamos con las propuestas de Sylvia Meyer, Ethel Afamado, Begoña Benedetti, Colomba Biasco, Liese Lange y Vera Sienra (Ethel y Vera musicalizando, junto con sus propios textos, poemas de Idea Vilariño, entre otros).

Fueron invitadas las escritoras y docentes argentinas Tamara Kamenszain, Elsa Drucaroff, Tununa Mercado (quien, no pudiendo asistir finalmente, envió su ponencia) y María Cristina Dalmagro. Se presentaron trabajos teóricos enviados por uruguayos en el exterior para ser leídos (Mabel Moraña, Alfredo Fressia, Cristina Peri Rossi, Hugo Achugar, María Rosa Olivera-Williams), así como de la escritora uruguaya radicada en Suecia, Ana Luisa Valdés, a quien le fue posible estar en Montevideo en esa fecha.

Las mesas temáticas con el material que más de cincuenta personas nos hicieron llegar fueron seis. La participación masculina era de nuestro interés desde el comienzo, por lo que habían sido invitados críticos, docentes y escritores.

El desarrollo tanto expositivo como de discusión posterior se llevó a cabo entre la tarde del jueves 27 de noviembre y el cierre del día sábado 29. El recorrido propuesto fue sintetizado en los títulos de las mesas: Algunas etapas (panoramas sobre determinados períodos como los años 60, o las autoras de antes y durante la dictadura); Ayer nomás
(enfoques históricos, tanto sobre la crítica literaria como sobre obras y figuras relevantes, siendo tomadas Idea Vilariño, Armonía Somers, Orfila Bardesio, María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou); Hoy, en tránsito (análisis sobre autoras contemporáneas más próximas en el tiempo, como Marosa Di Giorgio, Teresa Porzecanski, Alicia Migdal, Cristina Peri Rossi y Tatiana Oroño); Las (famosas) teorías (la perspectiva del 45 en torno a la figura de Clara Silva, dramaturgia contemporánea de mujeres), Algunas miradas sobre las (famosas) teorías (enfoques desde la historia y la filosofía, la sexología, el psicoanálisis y la transgresión de género como propuesta literaria) y Memorias vivas (que incluyó desde la experiencia de una autora de literatura infantil y críticas a la crítica sobre libros escritos por mujeres, a testimonios de experiencias como Memoria para armar o el Proyecto Cultural Dodecá, y un homenaje a la periodista María Esther Gilio, quien se prestó a ser entrevistada).

En los días previos a la fecha del Encuentro contamos con el apoyo y asesoramiento de los escritores Víctor Cunha, Cecilia Ríos y Silvia Guerra. Esta última finalmente pudo hacerse cargo de la organización de las lecturas de obras literarias que se llevaría a cabo en la última jornada como culminación del Encuentro: el domingo 30 estaba reservado para que autoras uruguayas de todas las generaciones, éditas e inéditas, estuvieran presentes con sus textos. Fue posible reunir las obras en las voces de más de 40 escritoras (entre ellas Mercedes Rein, Marisa Silva, Mercedes Estramil, Dina Díaz, Mariella Nigro, Inés Bortagaray), culminando con la presentación de Marosa Di Giorgio, Nancy Bacelo, Selva Casal y Orfila Bardesio.

A partir del primer día descubrimos, con satisfacción y no sin asombro, que la convocatoria era un éxito. Ya el programa en mano era un logro, pero aquella concurrencia masiva y sostenida a lo largo de cuatro días fue una grata sorpresa.

Es digna de destacar la importancia del asesoramiento técnico brindado por el poeta y gestor cultural Víctor Cunha tanto en la elaboración gráfica del programa como en la creación del afiche, así como su respaldo, como el de Carlos Liscano, para algunas de nuestras últimas gestiones.

Habíamos imaginado un espacio para la exhibición y venta de libros de autoras uruguayas, por lo cual convocamos a las editoriales a facilitar todo el material que les fuera posible. Fue entonces Cecilia Ríos quien se hizo cargo de esa tarea coordinando un grupo de más de seis personas -hombres y mujeres escritoras- que voluntariamente se ofrecieron a colaborar. Por primera vez coexistían a la vista de los interesados los libros de las más destacadas escritoras uruguayas de todos los tiempos, fenómeno impensable en las vidrieras o estantes de cualquier librería en Uruguay y mucho más lejano tratándose de numerosas ediciones de poesía (el género literario por excelencia de las mujeres) entre los libros de consagradas narradoras uruguayas.

La venta del material no fue menos asombrosa, así como las colaboraciones espontáneas que solicitamos tanto para los gastos del Encuentro como para apoyar el proyecto de la Casa de los Escritores del Uruguay. Más allá de mantenerse y llevarse adelante la propuesta en el marco y aceptando el respaldo ofrecido y brindado por la Casa, nuestra recaudación fue enteramente volcada a los fines de la misma.

Actualmente se está concretando el diseño del plan de suscripciones para la publicación del Libro de Actas del Encuentro. El registro de dicho material intercambiado es un incentivo para desarrollar los temas que quedaron pendientes tanto por haber sido introducidos lateralmente en algunas de las ponencias como por el nivel de discusión que desataron impidiendo su evolución.

Se hicieron visibles, y fueron señalados en algunas de las críticas posteriores, la ausencia de contacto con la teoría actual, las dificultades para la confrontación, la indiferencia en algunos casos, por desconocimiento más que por desinterés, de algunos sectores de la cultura; la imposibilidad de abstraer a las personas de las problemáticas que se planteaban a través de ellas, que eran precisamente las que convocaban a la reflexión.

En un futuro próximo el equipo organizador maneja la concreción de un plan para un trimestre de intercambio con el propósito de favorecer la continuidad de la discusión y puesta al día con materiales de investigación que se manejan hoy en todo el mundo sobre el tema del género, así como para dar cuenta de aquellos planteos laterales que revisten interés y por razones de organización no fueron incluídos en el debate.

Nuestro balance posterior, y la devolución de la psicóloga social Carmen De los Santos, quien concurriera en carácter de observadora, fue altamente positivo. Pudimos concluír que fue buena la puesta en movimiento de esta fuerza productiva que constituimos, sin proponérnoslo intencionalmente, por fuera de lo institucionalizado, comprobándose su eficacia con la respuesta obtenida desde el campo cultural y académico.

Poco después elaboramos un informe del Encuentro en cifras, y apreciamos la posibilidad que habíamos tenido, como mujeres, de sortear los obstáculos y las trampas de la afectividad en el propósito de llevar adelante el proyecto y su puesta en escena: nada menos que la toma de un espacio público para abordar una temática notoriamente postergada.

La satisfacción, confianza mutua y trabajo sostenido se vieron complementados por el respaldo de todas las personas que desinteresadamente brindaron su colaboración celebrando la realización de un proyecto que deja abiertas perspectivas novedosas de reflexión y actualización en nuestro medio.

Los puntos de discusión que desataron mayores polémicas tuvieron que ver con perspectivas de la crítica literaria, tanto histórica como actual, sobre la producción literaria de las mujeres, con la tendencia prejuiciosa - y peligrosa, por contraproducente – a la polarización, victimización y reclamo de igualdad desde lo femenino que, por simplificadora, empobrece la polémica. Fue señalado una y otra vez el condicionamiento social y cultural que históricamente otorga rasgos específicos a la escritura de mujeres, así como la mirada intermitentemente permisiva, condescendiente o negadora desde el discurso hegemónico masculino, dependiente de la posibilidad de considerar a las autoras (muchas de las veces consideradas así por ellas mismas) como iluminadas, exaltadas, cuando no pasivas receptoras de una fuerza mística, traductoras de la misma, misteriosas y aisladas o disociadas su vida y su obra, para que esta última no alterara las convenciones a las que debería ceñirse la primera.

Esta toma del espacio público para reflejarnos colectivamente en busca de los rastros y especificidades de la identidad genérica en la escritura funcionó principlamente como una primera aproximación al tema, y como disparador de reflexión en otras direcciones.
Desde el trazado de una genealogía posible hasta el análisis de los ejemplos ofrecidos por la historia de la literatura, pasando por el rescate de aquellas autoras olvidadas en la periferia de ciertas figuras azarosamente consagradas: todo ello tuvo lugar en el Encuentro.

El movimiento generado a partir de esta experiencia no parece ofrecer posibilidades de quedar en el olvido. El mismo plantea una exigencia intrínseca a todos los involucrados de un modo u otro en su materialización, constituyéndose (tardíamente, como es frecuente en nuestro medio) en punto de partida e ineludible toma de conciencia ante las reconocibles condiciones de la mujer dedicada a la escritura. Es, fundamentalmente, la posibilidad de una nueva perspectiva para las mujeres escritoras, tanto para una mayor comprensión de las limitaciones y privilegios de su doble condición (mujeres y escritoras), como para una evaluación más certera de los desafíos e imposibilidades reales de su situación.

POETAS ERÓTICOS ROMANOS Y SU INFLUENCIA EN LAS LETRAS DE TANGO

Es el título de la charla que dará Álvaro Ojeda en el ciclo "El mosaico de la identidad uruguaya" organizado por la Casa de los Escritores del Uruguay. La charla será el lunes próximo, 3 de mayo, a las 19.30 hrs., en La Taberna del Sol, sita en Durazno esquina Jackson.

ÁLVARO OJEDA

Álvaro Ojeda, poeta y crítico literario, nació en Montevideo en 1958. Es autor de "Ofrecidos al mago sueño" (Banda Oriental, 1987), "En un brillo de olvido" (Banda Oriental, 1988), "Alzheimer" (Ediciones de Uno, 1992), "Los universos inútiles de Austen Henry Layard" (Último Reino, Bs. As., 1996), "Substancias de Calcedonia" (del año 2000, que puede leerse en Artefacto Literario).
En 1989 obtuvo el premio Cuadernos de Marcha por "Una celada para Philip Marlowe", obra que permanece inédita. Ha sido colaborador de las páginas culturales del suplemento Culturas del diario El Observador, de Cuadernos de Marcha, Hermes Criollo y la Revista Academia de Letras.
Su último libro editado fue "Luz de cualquiera de los doce meses" (civiles iletrados, 2003), de donde extraemos el poema que da título al libro:

LUZ DE CUALQUIERA DE LOS DOCE MESES

Se deja de vivir por motivos imperceptibles,
una figura,
un sueño,
una luz,
no es vértigo es herrumbre,
es la hoja delgada finísima
afilada pergrina del mundo,
es la hoja y el mundo
y es la sombra en un muro vencido,
una carta,
un mensaje,
una desilusión,
la fábrica de las coartadas
en el descrédito de las culpas,
la declaración ajada que cuelga
del último despacho,
una mosca que araña un párpado
en la refriega del verano,
la copa que ella dejó,
el relente de su paso y del paso de otros
en el tapiado vaivén del deseo,
una conjugación,
la última excrecencia de un verbo
que asalta la retina,
el verbo ver,
el verbo he visto en repetida sucesión,
he visto el mundo,
la expresión he visto todo el mundo
y sus consecuencias inexactas
en la retina privada de las cosas,
un acto que convoca a otros actos
como un grillo a otro grillo,
un despejado, ilimitado vacío,
un alcor hueco de cenizas,
la quieta, impasible, poderosa
luz de un mes,
agosto, abril, octubre,
una forma de mirar el crepúsculo
derivando dentro de una canoa,
el último río y el sonido impronunciable
de la palabra piedad.