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La escritura en el espejo

La escritura en el espejo. Primer Encuentro de Literatura Uruguaya de Mujeres.
27 al 30 de noviembre 2003, Instituto Goethe - Museo Blanes.
por Sabela de Tezanos

En los últimos días de noviembre de 2003, cuatro escritoras llevamos a cabo la puesta en escena de un proyecto que nació, como idea, un par de veranos atrás. En esos días yo intentaba comenzar a escribir un artículo que se concretó tiempo después, sobre el libro Birthday Letters del poeta inglés Ted Hughes dedicado a su ex esposa, la famosa poeta suicida Sylvia Plath, a treinta años de su desaparición física.
Luego de una larga y sostenida resistencia, el autor daba a conocer su testimonio sobre los siete años de matrimonio con Plath. Al editar ese libro en 1998, aquejado por una enfermedad terminal, Hughes enfrentaba la inminencia de su propia muerte.
Sólo así, el punto de vista masculino en relación a la experiencia afectiva que la mujer de esta historia había convertido en material literario, se exhibía más allá de la franca oposición del autor al manejo de la autobiografía en la escritura.
El extraordinario legado artístico de Plath y su historia personal resplandecían finalmente desde un nuevo ángulo, en los celebrados poemas –el libro obtuvo varios reconocimientos- de su ex marido.
La lectura de ese texto renovó el interés por investigar en torno a los rasgos de género presentes o no en la expresión literaria, la posibilidad de establecer una frecuencia de los mismos en la escritura de hombres y mujeres, y al origen de las contradicciones inherentes al tema.

A partir de una conversación con Alicia Migdal, a fines de junio de 2003, ambas decidimos intentar poner en marcha el proyecto sobre nuestra literatura, la literatura uruguaya de mujeres. Poco después se incorporaron Melba Guariglia y Tatiana Oroño. Anteriormente esta idea fue compartida con las escritoras Teresa Amy y Silvia Guerra, sin que les fuera posible participar de la organización.

Entre nosotras cuatro, y sólo a través de nuestras computadoras, correo electrónico y encuentros periódicos se hizo posible el intercambio de las experiencias de cada una con la escritura, de material bibliográfico, de conocimientos e ideas, así como el diálogo sobre la producción y presencia de las escritoras uruguayas en la historia de la literatura nacional, tejiendo y creando un espacio en común para reflexionar y articular todo eso con la evolución de las últimas teorías de género.

Partimos de la base implícita de tener entre manos un delicado material de trabajo que nos involucraba enteramente, con el propósito de no dejarnos abatir, en tanto que grupo organizador, por las ineludibles dificultades y diferencias, así como por la falta de respuesta del medio, a pesar de la evidente riqueza de la propuesta.

Sabíamos que la ausencia de reflexión colectiva sobre el tema era un dato; esa realidad podía adoptar formas de cuestionamiento, cuando no convertirse en un obstáculo para llevar el plan adelante.

A medida que íbamos avanzando en la concreción de algunos objetivos fuimos informando a nuestras compañeras y compañeros nucleados en la nueva Casa de los Escritores del Uruguay, cuyo acto fundacional se llevó a cabo el 15 de junio de 2003, siendo yo miembro de la directiva provisoria hasta el mes de diciembre.

Nuestra convocatoria era abierta, pero era nuestra y para nosotras, las escritoras, incluyendo a todos aquellos consultados a quienes reconocíamos por su trabajo tanto desde la crítica literaria como desde otras disciplinas por sus investigaciones afines a la incidencia del género en la escritura.

Elaboramos una lista de primeras consultas a personas consideradas referentes en el tema, sin pretensión de exhaustividad. Los resultados superaron ampliamente nuestras expectativas.

La propuesta excedía la mera realización de un análisis de lecturas a partir de las obras de las autoras canónicas o la sola posibilidad de reunión, intercambio y conocimiento entre escritoras. Poco a poco logramos diseñar un panorama multidisciplinario cuya materialización tendría lugar durante cuatro días. Así, la exposición teórica se vería interceptada por la interacción con otras áreas artísticas: más allá de la extensa lista de participantes que se darían cita entre el Instituto Goethe y el Museo Blanes, nos acompañaron permanentemente las obras de las artistas plásticas Lacy Duarte, Marinetta Montaldo y Virginia Patrone. La elaboración del logo del Encuentro estuvo a cargo de Inés Olmedo.

En ese contexto contamos también con la presencia de actrices, principalmente con Estela Mieres, cuya labor como mima y anfitriona de nuestros invitados y del público sintetizaba a la perfección cierto espíritu lúdico que buscaba lugar junto al peso de la teoría y los debates que se ponían en movimiento. No fue menos impactante escuchar los textos de Amanda Berenguer, Circe Maia, Susana Soca e Ida Vitale en las voces de Gloria Demassi y Andrea Davidovics.

Nos era imprescindible la presencia de autoras e intérpretes de la música uruguaya, y supimos pronto de la gratitud y disponibilidad de la mayoría de las convocadas para estar con nosotras: así, día a día contamos con las propuestas de Sylvia Meyer, Ethel Afamado, Begoña Benedetti, Colomba Biasco, Liese Lange y Vera Sienra (Ethel y Vera musicalizando, junto con sus propios textos, poemas de Idea Vilariño, entre otros).

Fueron invitadas las escritoras y docentes argentinas Tamara Kamenszain, Elsa Drucaroff, Tununa Mercado (quien, no pudiendo asistir finalmente, envió su ponencia) y María Cristina Dalmagro. Se presentaron trabajos teóricos enviados por uruguayos en el exterior para ser leídos (Mabel Moraña, Alfredo Fressia, Cristina Peri Rossi, Hugo Achugar, María Rosa Olivera-Williams), así como de la escritora uruguaya radicada en Suecia, Ana Luisa Valdés, a quien le fue posible estar en Montevideo en esa fecha.

Las mesas temáticas con el material que más de cincuenta personas nos hicieron llegar fueron seis. La participación masculina era de nuestro interés desde el comienzo, por lo que habían sido invitados críticos, docentes y escritores.

El desarrollo tanto expositivo como de discusión posterior se llevó a cabo entre la tarde del jueves 27 de noviembre y el cierre del día sábado 29. El recorrido propuesto fue sintetizado en los títulos de las mesas: Algunas etapas (panoramas sobre determinados períodos como los años 60, o las autoras de antes y durante la dictadura); Ayer nomás
(enfoques históricos, tanto sobre la crítica literaria como sobre obras y figuras relevantes, siendo tomadas Idea Vilariño, Armonía Somers, Orfila Bardesio, María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou); Hoy, en tránsito (análisis sobre autoras contemporáneas más próximas en el tiempo, como Marosa Di Giorgio, Teresa Porzecanski, Alicia Migdal, Cristina Peri Rossi y Tatiana Oroño); Las (famosas) teorías (la perspectiva del 45 en torno a la figura de Clara Silva, dramaturgia contemporánea de mujeres), Algunas miradas sobre las (famosas) teorías (enfoques desde la historia y la filosofía, la sexología, el psicoanálisis y la transgresión de género como propuesta literaria) y Memorias vivas (que incluyó desde la experiencia de una autora de literatura infantil y críticas a la crítica sobre libros escritos por mujeres, a testimonios de experiencias como Memoria para armar o el Proyecto Cultural Dodecá, y un homenaje a la periodista María Esther Gilio, quien se prestó a ser entrevistada).

En los días previos a la fecha del Encuentro contamos con el apoyo y asesoramiento de los escritores Víctor Cunha, Cecilia Ríos y Silvia Guerra. Esta última finalmente pudo hacerse cargo de la organización de las lecturas de obras literarias que se llevaría a cabo en la última jornada como culminación del Encuentro: el domingo 30 estaba reservado para que autoras uruguayas de todas las generaciones, éditas e inéditas, estuvieran presentes con sus textos. Fue posible reunir las obras en las voces de más de 40 escritoras (entre ellas Mercedes Rein, Marisa Silva, Mercedes Estramil, Dina Díaz, Mariella Nigro, Inés Bortagaray), culminando con la presentación de Marosa Di Giorgio, Nancy Bacelo, Selva Casal y Orfila Bardesio.

A partir del primer día descubrimos, con satisfacción y no sin asombro, que la convocatoria era un éxito. Ya el programa en mano era un logro, pero aquella concurrencia masiva y sostenida a lo largo de cuatro días fue una grata sorpresa.

Es digna de destacar la importancia del asesoramiento técnico brindado por el poeta y gestor cultural Víctor Cunha tanto en la elaboración gráfica del programa como en la creación del afiche, así como su respaldo, como el de Carlos Liscano, para algunas de nuestras últimas gestiones.

Habíamos imaginado un espacio para la exhibición y venta de libros de autoras uruguayas, por lo cual convocamos a las editoriales a facilitar todo el material que les fuera posible. Fue entonces Cecilia Ríos quien se hizo cargo de esa tarea coordinando un grupo de más de seis personas -hombres y mujeres escritoras- que voluntariamente se ofrecieron a colaborar. Por primera vez coexistían a la vista de los interesados los libros de las más destacadas escritoras uruguayas de todos los tiempos, fenómeno impensable en las vidrieras o estantes de cualquier librería en Uruguay y mucho más lejano tratándose de numerosas ediciones de poesía (el género literario por excelencia de las mujeres) entre los libros de consagradas narradoras uruguayas.

La venta del material no fue menos asombrosa, así como las colaboraciones espontáneas que solicitamos tanto para los gastos del Encuentro como para apoyar el proyecto de la Casa de los Escritores del Uruguay. Más allá de mantenerse y llevarse adelante la propuesta en el marco y aceptando el respaldo ofrecido y brindado por la Casa, nuestra recaudación fue enteramente volcada a los fines de la misma.

Actualmente se está concretando el diseño del plan de suscripciones para la publicación del Libro de Actas del Encuentro. El registro de dicho material intercambiado es un incentivo para desarrollar los temas que quedaron pendientes tanto por haber sido introducidos lateralmente en algunas de las ponencias como por el nivel de discusión que desataron impidiendo su evolución.

Se hicieron visibles, y fueron señalados en algunas de las críticas posteriores, la ausencia de contacto con la teoría actual, las dificultades para la confrontación, la indiferencia en algunos casos, por desconocimiento más que por desinterés, de algunos sectores de la cultura; la imposibilidad de abstraer a las personas de las problemáticas que se planteaban a través de ellas, que eran precisamente las que convocaban a la reflexión.

En un futuro próximo el equipo organizador maneja la concreción de un plan para un trimestre de intercambio con el propósito de favorecer la continuidad de la discusión y puesta al día con materiales de investigación que se manejan hoy en todo el mundo sobre el tema del género, así como para dar cuenta de aquellos planteos laterales que revisten interés y por razones de organización no fueron incluídos en el debate.

Nuestro balance posterior, y la devolución de la psicóloga social Carmen De los Santos, quien concurriera en carácter de observadora, fue altamente positivo. Pudimos concluír que fue buena la puesta en movimiento de esta fuerza productiva que constituimos, sin proponérnoslo intencionalmente, por fuera de lo institucionalizado, comprobándose su eficacia con la respuesta obtenida desde el campo cultural y académico.

Poco después elaboramos un informe del Encuentro en cifras, y apreciamos la posibilidad que habíamos tenido, como mujeres, de sortear los obstáculos y las trampas de la afectividad en el propósito de llevar adelante el proyecto y su puesta en escena: nada menos que la toma de un espacio público para abordar una temática notoriamente postergada.

La satisfacción, confianza mutua y trabajo sostenido se vieron complementados por el respaldo de todas las personas que desinteresadamente brindaron su colaboración celebrando la realización de un proyecto que deja abiertas perspectivas novedosas de reflexión y actualización en nuestro medio.

Los puntos de discusión que desataron mayores polémicas tuvieron que ver con perspectivas de la crítica literaria, tanto histórica como actual, sobre la producción literaria de las mujeres, con la tendencia prejuiciosa - y peligrosa, por contraproducente – a la polarización, victimización y reclamo de igualdad desde lo femenino que, por simplificadora, empobrece la polémica. Fue señalado una y otra vez el condicionamiento social y cultural que históricamente otorga rasgos específicos a la escritura de mujeres, así como la mirada intermitentemente permisiva, condescendiente o negadora desde el discurso hegemónico masculino, dependiente de la posibilidad de considerar a las autoras (muchas de las veces consideradas así por ellas mismas) como iluminadas, exaltadas, cuando no pasivas receptoras de una fuerza mística, traductoras de la misma, misteriosas y aisladas o disociadas su vida y su obra, para que esta última no alterara las convenciones a las que debería ceñirse la primera.

Esta toma del espacio público para reflejarnos colectivamente en busca de los rastros y especificidades de la identidad genérica en la escritura funcionó principlamente como una primera aproximación al tema, y como disparador de reflexión en otras direcciones.
Desde el trazado de una genealogía posible hasta el análisis de los ejemplos ofrecidos por la historia de la literatura, pasando por el rescate de aquellas autoras olvidadas en la periferia de ciertas figuras azarosamente consagradas: todo ello tuvo lugar en el Encuentro.

El movimiento generado a partir de esta experiencia no parece ofrecer posibilidades de quedar en el olvido. El mismo plantea una exigencia intrínseca a todos los involucrados de un modo u otro en su materialización, constituyéndose (tardíamente, como es frecuente en nuestro medio) en punto de partida e ineludible toma de conciencia ante las reconocibles condiciones de la mujer dedicada a la escritura. Es, fundamentalmente, la posibilidad de una nueva perspectiva para las mujeres escritoras, tanto para una mayor comprensión de las limitaciones y privilegios de su doble condición (mujeres y escritoras), como para una evaluación más certera de los desafíos e imposibilidades reales de su situación.

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