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ENTREVISTA EN CURSO CON EL POETA LUIS BRAVO (1ª. ENTREGA)

Con esta comunicación, Mugidor inicia la publicación por entregas de una entrevista con Luis Bravo. Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1957, Luis Bravo es, antes que todo, un poeta. También oficia (o lo ha hecho) como docente, ensayista, editor, periodista, crítico literario y actor performático. En 1985 editó su primer libro de poesía, "Puesto encima el corazón en llamas", al que seguirían en distintos formatos las obras: "Claraboya sos la luna" (1985), "Lluvia" (1988), "La sombra es el arco" (1996), "Árbol veloz" (1998) y "Liquen" (2003). En performances realizó: "Gabardina a la sombra de un laúd" (1989) y "Ritual para trece cuadros de lluvia" (1989 – 1990). Integró el grupo de Ediciones de Uno (1983-1994). En 1993 co–organizó el Festival de Poesía Hispanoamericana en Montevideo. Actualmente se desempeña como docente universitario, enseña Literatura Universal del Siglo XVII y XIX en el Instituto de Formación Docente (I.P.A.) y mantiene desde hace años su taller literario en Solymar, donde reside.

Mugidor – Vamos a referirnos a la situación actual de la poesía uruguaya. Para ello, ¿consideras que es necesario tener en cuenta toda la poesía que hoy se escribe en Uruguay, o sea, desde los poetas del '45 que permanecen activos hasta los más jóvenes nacidos en la década del '80, o piensas que es suficiente considerar esa situación haciendo un corte de veinte años, para comenzar el análisis con lo elaborado desde el último tramo del período dictatorial, e ir remontando luego hasta el presente?

Luis Bravo – Depende sobre lo que se quiera focalizar; suele suceder que se hacen "cortes" según los objetivos que uno se proponga abordar. Pero comencemos por algún lado. Lo más común es que a los y las poetas con una obra ya definida, cualquiera sea la generación o la promoción a la que pertenezcan, llega un momento en que se los estudia en particular, mientras que a las últimas "camadas" se tiende a visualizarlas en bloque –actualmente por décadas, los 80, los 90 y ahora los de principio de siglo–. En tal sentido se va produciendo una decantación ya que algunos de esos o esas poetas que se estudian en particular generan el interés de ser estudiados y otros no.
Pero ¿de dónde nace ese interés? es lo que habría que preguntarse. Si proviene, como me temo, de lo que ha sido más recepcionado por el público lector, que a su vez está bastante condicionado por lo que el mercado va ofreciendo, y esto, actualmente, a su vez está hipercondicionado por lo que es más fácilmente "digerible", entonces suele ocurrir que se producen muchos injustos olvidos de obras de buena calidad que quedan en el tintero. Si la crítica funciona con criterios de selección estética propia, entonces es otra cosa. Suele ocurrir que al pasar el tiempo y no producirse el discurso crítico en torno a una obra, en cierta medida esa obra va entrando en una zona borrosa y puede incluso llegar a ser sólo una referencia nominal, pero el juicio estético sobre la misma queda sin desarrollo. Si nos fijamos en este aspecto, la enorme mayoría de la poesía uruguaya de los últimos treinta años -digamos de la década del 70 hasta aquí- está aún en esa zona borrosa, y esto por una doble y perversa situación: por omisión del discurso crítico y por la omisión que del discurso crítico se ha producido en el mercado editorial.
Por un lado las editoriales, en general, pues siempre hay excepciones, se muestran reticentes a publicar ensayos literarios sobre literatura, y más reticentes aún si se trata de poesía; por otro, al no existir revistas especializadas donde publicar aunque sea artículos, este discurso no tiene forma de exponerse. (Cabe hacer la salvedad de que habiendo desaparecido Cuadernos de Marcha, la revista que actualmente ha tomado esta tarea, aún de manera más específica, es Hermes Criollo, aunque también está Relaciones, pero que tiene un espectro de intereses que no es exclusivamente literario).
Por encargo de Pablo Roca yo he trabajado un extenso panorama de la poesía uruguaya que comienza en los inicios de los años 50 y se extiende hasta el corte dictatorial de 1973, a la que se denomina en forma genérica como "Promoción de los 60". En ese lapso de unos 20 años aproximadamente, he encontrado tres segmentos cuyas líneas estéticas se cruzan y se diferencian en varios aspectos. Es un período muy rico y complejo, representado por decenas de poetas cuyas obras ya fueron en su momento atendidas por un aparato crítico que, en aquel entonces, aún contaba con medios de publicación: en la prensa escrita, en colecciones editoriales, y en revistas especializadas. Es desde ese acervo y desde esa infraestructura –que esa promoción logró fundar–, que sus obras siguieron siendo atendidas por la crítica.
Es con los poetas que comienzan a publicar en esos oscuros años setenta con quienes ya empieza a existir una carencia de abordaje crítico –por lo menos éste se vuelve menos sistemático– ya que desde el regreso de la democracia hasta ahora el discurso crítico comienza a quedar paulatinamente cada vez más desvalido, hasta llegar a la situación actual en la que ya ni siquiera en la prensa escrita podemos encontrar más que algunas reseñas puntuales, que algunas veces igual son útiles, pero sin duda insuficientes.

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